El orden reina en Berlín

Rosa Luxemburgo

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El orden reina en Berlín

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Año 2014
Editorial Piedra Papel Libros
Sección Marxismo

El 15 de enero de 1919, aplastado de forma irremediable el levantamiento espartaquista en Berlín, un grupo de soldados descubre a Rosa Luxemburgo escondida en el número 53 de la calle Maninheim. Junto a ella se halla Karl Liebknech, el histórico dirigente comunista. Ambos son el objetivo prioritario de la contrarrevolución germana. Apresados y separados, el teniente Vogel, un oficial de la Caballería de la Guardia del Gobierno, asesina a Rosa Luxemburgo de un tiro en la sien. Otras versiones aseguran que murió a culatazos propiciados sin piedad por sus captores. De una manera o de otra, su cuerpo fue arrojado a un canal cercano con...

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intención de no dejar rastro de él. Karl Liebknech corrió una suerte similar. Una horas antes, consciente del inminente peligro que corría su vida, Rosa Luxemburgo escribió El orden reina en Berlín, un texto breve, pero de gran intensidad y un mayor valor histórico, donde la revolucionaria polaca analizaba las causas de la derrota obrera y dejó de manifiesto su fe inquebrantable en la Revolución y en el avance de la causa del pueblo. No obstante, su asesinato no fue sino uno más entre los cientos que dejó la represión del levantamiento espartaquista; una represión, no lo olvidemos, orquestada por los dirigentes socialdemócratas que gobernaban la joven República de Weimar y que no dudaron en echar mano de los Freikorps (voluntarios de extrema-derecha) para hacerla efectiva. Con el aplastamiento de la insurrección obrera encabezada por la Liga Espartaquista, la división del movimiento obrero alemán no hizo sino ir en aumento, lo que abonó el terreno para que los nazis se hicieran cada vez más fuertes, primero en las calles y luego en las urnas. En marzo de 1933, el Partido Nazi, tras recibir el apoyo de la burguesía alemana y acusar a los comunistas del incendio del Reichstag, logró ganar las elecciones casi con mayoría absoluta. Poco después, miles de militantes comunistas, socialistas, anarquistas o sindicalistas de cualquier signo, eran internados en los primeros campos de concentración. Se iniciaba así uno de los periodos más oscuros de la historia alemana y, por extensión, de todos aquellos pueblos dominados bajo el yugo nazi. Un periodo de la historia que no debemos recordar como una pesadilla, sino como una advertencia real.


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