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«Neighbor, canciones que se pueden tocar»

Por XABIER SAGARDIA - Jueves, 22 de Septiembre de 2016 en Diario de Noticias

CONCIERTO DE NEIGHBOR
Fecha: Martes 20 de septiembre de 2016. Lugar: Librería Katakrak de Pamplona. Incidencias: Buena asistencia. Público atento que disfrutó con el concierto.

Quizá sean palabras demasiado gruesas, pero estamos asistiendo a una renovación de la canción en euskera de la mano de músicos de dilatada experiencia y con mucho talento que en los último años se traen entre manos nuevos e inspiradores proyectos con una consistencia fuera de toda duda, profundos y a la vez muy divertidos, audaces y eclécticos en su esencia y origen, y que abarcan una amalgama de sonidos y músicas muy diversas con el euskera como hilo conductor idiomático, aunque no sólo, ya que también les oirás cantar en inglés, en castellano y en otras lenguas.

Hablamos de Mursego, de Amorante o de Neighbor, muy diferentes entre sí, de acuerdo, pero que comparten esos rasgos generales que los hacen partícipes de esta nueva hornada de nombres que ya están escribiendo la historia de la música vasca. Y lo mejor es que está pasado aquí y ahora.

Esta introducción nos sirve para presentar uno de los tres proyectos citados, el dúo Neighbor, compuesto por Maite Larburu, de Hernani, y Josh Cheatman, de Seattle, que el martes tocó en el salón de actos de la librería Katakrak de Pamplona. Ambos músicos, provenientes de la música clásica antigua, se conocieron en un barrio de Amsterdam del que eran vecinos (de ahí su denominación, Neighbor, que en inglés significa vecino).

Pues bien, llegaron a Iruñea con Hau, su segundo disco recién salido del horno, del que tocaron varias canciones intercalando en el repertorio temas de su primer y genial álbum, Ura patrikan (2013). Comenzaron con la canción que da título a su nuevo trabajo; Josh Cheatman con la Telecaster y Maite Larburu con la guitarra clásica y su preciosa voz. Marnie fue la segunda en sonar. Pronto nos dimos cuenta de cómo la enorme expresividad vocal y corporal de Maite dimensionaba las canciones mejorando y enriqueciendo las grabadas en estudio, sin menoscabo del exquisito trabajo de Josh Cheatman. Si estuviéramos en la barra de un bar hablando con un amigo emplearíamos la palabra “nivelazo”. Aquí emplearemos un adjetivo que cuesta utilizar: “hermoso”. Porque el suyo fue un concierto hermoso, con canciones delicadas como Ura patrikan o Harria, papera, guraizea (esta última de la mano de un instrumento indio llamado shruti vox) y temas simplemente bonitos, como Bici, interpretado en castellano y con una letra muy divertida.

Maite, con su voz de terciopelo y seda y su sonrisa casi perenne, cantó Olas, una pieza del nuevo disco que como casi todas las de Neighbor se podía tocar con la yema de los dedos. Aunque también sacaron la lija en la más rockera Overtones con reminiscencias a PJ Harvey. En inglés vino Invisible Trheads -“a veces funcionamos como si fuéramos marionetas”, explicó la hernaniarra en euskera-, un tema de estructura impredecible, como también lo es la poco convencional Anutxatxa, una pieza con aires medievales ayudado por un ritmo pregrabado. La ovación que siguió a esta última “obligó” al dúo a ofrecer un bis que, en un ambiente más relajado, resultó ser una divertida locura -Garajian- con la que músicos y público se rieron a gusto. Contaríamos muchas más cosas, pero el espacio es el que es, lo mismo que el fútbol es fútbol y el dúo Neighbor ese vecino que siempre quisiste tener.



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