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Jaime Conde Salanzar en DIARIO DE NOTICIAS

“Me fascinan los ejercicios de libertad; son señales de futuro”
El Festival DNA continúa esta tarde, a las 19.00 horas en Katakrak, con una charla en la que el investigador desplegará sus ideas sobre ‘La danza del futuro’

UNA ENTREVISTA DE ANA OLIVEIRA LIZARRIBAR FOTOGRAFÍA IBAN AGUINAGA - Miércoles, 24 de Mayo de 2017
Jaime Conde Salazar, en el exterior del Centro de Arte Contemporáneo de Huarte.
PAMPLONA - “La danza siempre requiere un encuentro, y quiero pensar que es un encuentro amoroso”. Hoy, Jaime Conde Salazar promete que su conferencia, “que es otra puesta en escena”, será también una confluencia que tendrá algo de ritual en común con los asistentes.

¿Qué tal lo está pasando estos días en Navarra? ¿Qué le parece la programación del DNA?

-Estoy encantado de que esté pasando esto. Feliz. Creo que es un proyecto necesario y pertinente. De repente Pamplona se ha puesto en el mapa del circuito de las artes vivas de una forma muy rápida y decidida, y eso se agradece.

En su conferencia de esta tarde hablará de La danza del futuro. De entrada, el título parece referirse a algo que aun no existe, aunque quizá es que no lo vemos.

-Justo. Pensamos el futuro como algo separado de nosotros, como algo que no conocemos, pero yo creo que está en el presente. Y ahora mismo hay señales, pequeñas luces que van emergiendo y que dan pistas de eso. El futuro es algo que somos capaces de pensar y de imaginar y tanto imaginación como pensamiento son una realidad y pasan en el presente.

¿A qué señales y pistas se refiere?

-A mí me fascinan los ejercicios de libertad, cuando hay artistas que logran hacer una propuesta que de alguna manera plantea otras relaciones entre nosotros, con el entorno o con lo que somos. Esa es la pista más clara, cuando una propuesta te pone algo en cuestión, te fuerza a pensar de otra manera, a mirar las cosas de otro modo... Ahí hay un ejercicio de libertad y, por tanto, una señal de futuro.

Hay algunas propuestas que incluso incomodan porque remueven principios y valores que creemos inapelables.

-Claro, es que muchas veces pensamos el teatro -y con esto me refiero a las artes escénicas en general- como algo que le está pasando a otra persona en el escenario. Y, en efecto, en ese momento es así, pero ese dispositivo también funciona como espejo, y eso que está pasando en escena a cada persona le puede llevar mensajes muy concretos, interpelándole directamente. Ese es el valor y el poder que tiene, que te puede hacer ver cosas que antes no estabas viendo.

Habla de teatro y de escenario, y, sin embargo, creo que no es muy amante de la convención que separa al artista del público.

-Bueno, aquí tengo que hacer una confesión (ríe). Esa convención me fascina, lo que no me gusta tanto es cuando, por defecto, el teatro siempre tiene que funcionar así. Pero el ballet, que es donde empieza todo, es algo muy potente y muy rico, y todavía seguimos viviendo de él. Todos los cuestionamientos que hoy se plantean es a partir del ballet. No lo podemos olvidar. Y, realmente, el buen ballet es fascinante, ahí es donde está mi enganche con la danza. Es muy triste ver cómo en este país, en el que hay grandes escuelas que han logrado que las grandes compañías del mundo estén llenas de bailarines españoles, no dé apoyos a un tipo de producción histórica y rigurosa para que todo ese patrimonio se conozca.

El talento está más que demostrado.

-Y el patrimonio dancístico también. En este país han pasado muchas cosas para la danza y para la historia de la danza, pero no hay oportunidades de ver buen ballet y prácticamente no se hacen producciones de repertorio y cuando se hacen son aissssss... Da mucha rabia. A mí me encanta el ballet, lo confieso, y me encanta tener una buena oportunidad para verlo. Ya en el siglo XIX, con la llegada de la luz de gas y de la iluminación escénica generó ese aparato. Esa posibilidad de ver una fantasía en escena que se encuentra con el espectador sigue siendo la materia prima con la que trabajamos. El hecho de que un artista decida poner al público dentro de la caja escénica es una respuesta a eso, por ejemplo.

¿No hay, entonces, tantas rupturas entre lo clásico y lo contemporáneo como creemos?

-No, y de hecho aun nos queda mucho por entender de qué es lo que significa ponerte en el oscuro a mirar al otro o qué significa ponerte junto a él y mirar lo que hace. Es algo extraño y muy rico que sigue desvelando capas. Por eso tiene sentido continuar dando vueltas a los efectos que provoca este dispositivo.

¿Por eso podemos hablar de futuro?

-Sí, pero no como una negación del pasado, sino como un lugar en el que todo resuena y se puede conectar. La modernidad como relato se creó como una negación de lo clásico, pero creo que eso ya está superado. Todo el patrimonio dancístico coexiste sin problemas. Es lo que tienen las artes vivas.

En sus textos dice que la danza del futuro “no produce obras”. ¿Qué quiere decir?

-Estamos acostumbrados a pensar que el artista solo hace obras. En las artes plásticas queda muy claro, porque crea un objeto concreto y delimitado, pero para llegar a hacer ese objeto hace falta un proceso. Y, pensando en las artes escénicas y en la danza en particular, creo que tenemos que hacer un esfuerzo para integrarlo todo, y saber que la obra es parte de un proceso y que el artista está trabajando todo el tiempo. No solo cuando está actuando. Hay investigación, ensayo, reflexión, búsqueda... que son parte de su trabajo. Decir que la danza del futuro no produce obras era una manera de hacer entender el trabajo de los artistas.

¿Eso exige que todos, empezando por los programadores, cambiemos nuestra mentalidad resultadista?

-Claro que sí. Aunque hay que reconocer que en este sentido se ha avanzado mucho, todavía hay que hacer esfuerzos por entender el trabajo artístico de una manera más amplia, pero también más ordinaria. Porque eso que digo de los procesos se puede aplicar a nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, con la comida uno hace todo el proceso hasta que se sienta a la mesa, y luego friega y limpia. Así que no es algo tan raro, lo raro es pensar que los resultados del trabajo aparecen de la nada.

También deberíamos modificar nuestra manía de etiquetar y establecer categorías y géneros de todo, teniendo en cuenta que vivimos en tiempos híbridos.

-El sistema de disciplinas está muy puesto en cuestión. Los artistas van y vienen según necesitan una cosa u otra. Además, en España ha pasado una cosa muy curiosa en la danza, y que seguramente se debe a la precariedad, y es que de repente se ha convertido en un espacio más abierto. Pina Bausch fue un elemento muy importante en este sentido. Ella hablaba de danza teatro, pero su apertura fue mucho más grande y lo estamos viendo ahora. Por eso, en las últimas dos o tres décadas la danza ha sido un lugar de investigación muy libre, de ahí que ahora haya una generación de artistas que ni se plantean lo de la disciplinas. Si hay que hacer un vídeo se hace; si es un libro, pues un libro, y la obra transita por muchos medios distintos. El teatro, incluso el de vanguardia, sigue muy ligado al texto, pero en la danza los límites son más difusos. Desde mediados de los 90 hay en España un movimiento de artistas que vienen de la danza y que tienen una relevancia muy importante en Europa y en todo el mundo.

A las instituciones parece que les queda camino que recorrer para deshacerse de las clasificaciones. Ahí está, si no, la polémica generada con la transformación del Matadero en un centro de artes vivas. A los profesionales del teatro no les ha sentado muy bien.

-Más que artistas, en este caso se han enfrentado negocios. No ha habido un debate artístico, lo estaba de fondo era un tema de dinero y de modelo de cultura. Madrid ha estado gobernado por una derecha muy ultra durante casi treinta años. Matadero era un espacio público que se cedía a productoras en un acuerdo no ventajoso nunca para el ayuntamiento. Ahora el modelo ha cambiado y a las productoras de teatro con actores famosos se les ha recortado el negocio... Pero hay muchos otros teatros en Madrid. No hay que gastar muchos recursos públicos en que esas empresas sigan haciendo caja; además, eso estaba impidiendo que hubiera espacios para otras realidades de la ciudad.

Volviendo al tema de su charla de hoy, dice que la danza del futuro es marica, pero no se refiere a una orientación sexual.

-No. Esta es una frase provocadora más que otra cosa. Me refiero a que propone formas de entender el mundo distintas, todas igual de válidas. Estamos acostumbrados a vivir en modelos de vida y de consciencia bastante estrechos y el mundo da para mucho más. Y se trata de abrir, de aceptar que hay otras realidades que nos enriquecen y que nos permiten convivir de otra manera. En realidad, todo esto viene del feminismo de los 60 y de los 70, de las mujeres que denunciaron que el modelo vigente les excluía. Y, claro, detrás de las mujeres venimos todos los demás. Y la danza es parte de este movimiento. Lo creo firmemente.

¿Qué lugar ocupa el público en la danza del futuro?

-Tengo un problema con la palabra público, porque es singular, y prefiero hablar de espectadores o de colaboradores. Son parte esencial, no solo porque están del otro lado, consumiendo, sino porque, en ocasiones, su presencia es parte de la obra. De hecho, creo que si una producción artística no es para facilitar un encuentro, le falta algo. Si se ignora por completo la presencia del otro, no tiene mucho sentido.

las claves

“Pamplona se ha puesto en el mapa de las artes vivas de una forma muy rápida y decidida, y eso se agradece”
“Cuando digo que la danza del futuro no produce obras, me refiero a que el trabajo del artista es mucho más amplio”

EN CORTO

Perfil. Conde Salazar es licenciado en Historia del Arte y (Universidad Complutense) y MA in Performance Studies (New York University). Ha sido crítico de danza en diversas publicaciones y ahora escribe libremente en el blog www. continuumlivearts.com.
Artista “amateur”. Conde Salazar reconoce que está hecho “un lío”, porque si bien procede del ámbito de investigación de la danza, lo cierto es que también ha participado en varias propuestas artísticas. En ese sentido, que estas experiencias “son accidentes”, dice. “Todavía no las tengo asumidas”, añade, y quiere dejar claro que en todo caso es un artista “amateur” y que su participación en estos procesos y montajes le alimentan en su propósito académico.



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